Esta novela ha ejercido una gran influencia en el cine, concretamente en el mundo vampiril y de muerto inquieto que anda por ahí ansioso de algún cuello que llevarse a la boca. Ha tenido ya tres adaptaciones a la gran pantalla, la más reciente protagonizada por el príncipe descarado Will Smith.
"Soy leyenda" nos cuenta la historia del último hombre "normal" que queda en la Tierra, pues el resto de la humanidad ha sido aniquilada o se ha contaminado con una bacteria que los ha convertido a todos, sin excepción, en vampiros. Este hombre, por el día se dedica a cargarse a todo el que puede y ha conseguir provisiones, y por la noche vive en una casa convertida en una fortaleza para que sus congéneres no se lo puedan merendar en forma de sangría.
Tras leer la contraportada, la historia nos puede resultar ya manida hasta el vómito, y es inevitable acordarse de cintas como "28 días después", "La noche de los muertos vivientes" y todas sus partes, etc., pero tenemos que caer en la cuenta de que Matheson la publicó en 1958, así que no nos dejemos engañar por el error de que es otra versión de lo que nos han contado tantas veces, sino que es justo al revés, y esta vez la gallina ha sido antes que el huevo.
El padre de la criatura
La historia de Robert Neville, que es el nombre de nuestro protagonista, está magistralmente narrada, no en vano el mismísimo Ray Bradbury, consideraba a Mathenson como el mejor escritor del siglo XX. Enseguida sentimos empatía por el personaje, transmitiéndonos sus miedos, inquietudes, y lo que es peor, su absoluta soledad, solo apaciguada por su fiel amigo canino. No nos aburre con descripciones tediosas y largas de los escenarios, sino todo lo contrario, escatima en detalles sin hacer que nos perdamos en su mundo; las escenas de tensión hacen que nos sumerjamos tanto, que más de uno puede saltarse su parada y seguir hasta el final del recorrido del metro o autobús. Su lectura es de lo más amena, y sus escasas cien páginas pueden leerse de un tirón en una insomne madrugada.
La novela, como he dicho anteriormente, ha sido adaptada a la pantalla, con mas pena que gloria, en tres ocasiones, la primera en 1.964 con el título "The last man of the Earth" dirigida por Sidney Salkow y protagonizada por el genial Vincent Price, se tomaba ciertas licencias con respecto a la novela, hasta el punto de que Matheson pasó del proyecto, firmando en él como Logan Swanson.
En 1971, Boris Sagal se encargó esta vez del proyecto, el cual protagonizó el fetichista del rifle Charlton Heston, al que se tituló "El último hombre... vivo ", y la más reciente de todas con título homonimo, protagonizada por Will Smith, el cual protagonizó otra vergonzosa versión de tan magnifica novela.
Se habla de una adaptación española en forma de corto con una duración de 15 minutos, que se hizo allá por el año 1967 y que dirigió un tal Mario Gómez (no confundir con el futbolista), muy difícil de conseguir.
Ninguna de sus adaptaciones ha conseguido captar la verdadera esencia del libro. Porque la genialidad de esta novela radica no en la historia de vampiros, sino en su trasfondo, en la reflexión que hace sobre la soledad del ser humano, del sentido que tienen nuestras vidas, del afán de supervivencia aun sabiendo que lo más inteligente sería rendirse y por fin descansar, de quién es realmente el bicho raro, quién marca las pautas de lo que es o no "normal", en definitiva, quién es realmente el monstruo.
Sérpico, antes de una buena película, dirigida por Sidney Lumet y protagonizada por Al Pacino en 1973, es una novela, y antes de una novela, fue la vida del honesto policía de Nueva York Francisco Vincent Serpico.
Frank, hijo de inmigrantes italianos, fue un hombre que desde su infancia soñaba con combatir el crimen en las calles de su ciudad y convertirse en detective. Puso todo su empeño en conseguirlo.
Cuando al fin alcanzó su sueño y creyó poder ser feliz, se le vino todo su mundo encima al descubrir que sus compañeros no tenían sus mismos valores; en vez de ser agentes orgullosos de proteger a los inocentes ciudadanos, eran gente corrupta que extorsionaban a los propios delincuentes para sacar el máximo provecho de ello.
Sérpico, en vez de amedrentarse ante las amenazas de sus colegas, mirar hacia otro lado, o simplemente, beneficiarse también de esos “ingresos extras”, decidió luchar contra el sistema y destapar toda esa red de corrupción en la cual estaban implicados muchos más de los que en un principio hubiera parecido.
Frank Sérpico
Peter Maas se interesó por tan inusual personaje y decidió escribir una biografía novelada sobre Frank. Más que una biografía, cuenta el periodo de la vida de Sérpico desde que sale de la academia y empieza a descubrir la corrupción que invade el cuerpo de policía, hasta el desenlace de su odisea contra la corrupción policial.
La novela comienza describiéndonos el aspecto de Sérpico mientras acude a una cita con el propio escritor. Con unas ligeras pinceladas Maas nos facilita datos sobre el protagonista tanto de su imagen como a la vez que aprendemos algo sobre su personalidad y psique. Sin adelantar acontecimientos nos va desvelando cual ha sido el desenlace de la historia que está a punto de comenzar. Haciendo un brusco flashback vemos como nuestro protagonista viaja a bordo de un coche patrulla mientras se debate entre la vida y la muerte a causa de un disparo en la cara.
Al tratarse de un hecho real, y a pesar de estar éste novelado, la información recibida por el lector puede avasallar en algún momento, que entre tanto dato y nombre puede llegar a perderse un poco, pero fácilmente vuelve a coger el hilo. Pudiendo ser, quizás, lo más enrevesado el sistema de apuestas y loterías ilegales con la que se lucran esos agentes corruptos, seguramente por lo ajenos que estamos a ellos, al menos yo.
La historia, a pesar de estar narrada a golpes de flashback por distintos periodos de la vida del protagonista, importantes para la narración, vuelve pronto a la columna vertebral del relato, sin llegar esos saltos en el tiempo a divagar ni alterar la historia principal, sino por el contrario, a enriquecerla por aportarnos datos de forma así más amena. Si se nos facilitara toda esa información en su orden cronológico, aparte de hacerse pesada la novela, la gran mayoría de los datos aportados se quedarían por el camino sin conseguir su objetivo. Es de agradecerle al autor que se exprese con un lenguaje sencillo y fácil de entender. Aunque la edición que he leído, creo recordar que de 1977, su traducción no es muy buena, conteniendo tanto erratas como errores de traducción en sí. Ignoro si se ha vuelto a editar, pero si lo han hecho espero que haya sido revisada.
Novela de la que no deben huir aquellos a los que no les gusten las biografías, ya que como digo más arriba, está muy bien novelada, haciendo de ella una historia policíaca que engancha desde el primer momento.
Los que me conocen dicen que yo odio muchas cosas. Y tienen razón. AunqueOdio puede ser una palabra muy fuerte, más bien es que no aguanto o soporto muchas cosas, supongo que como todo el mundo, lo que pasa que yo no me las callo.
Pues sin utilizar la palabra odio, os haré un pequeño ranking de los actores que no soporto.
Empiezo por el 10 por que así parece que la cosa va teniendomás emoción a medida que avanza la cuenta atrás. Aunque dándole un poco a la ruedecita del ratón se ve enseguida el número 1, pero en fin:
10.- Gary Busey: Quizás no os suene mucho su nombre. Es el malo malísimo que junto a Tommy Lee Jones le hacían la puñeta a Steven “Carapalo” Seagal en “Alerta Máxima”. Más que no soportarlo lo que me da es una grima impresionante. Con esa cara que parece de goma y esa expresión de “no chupo limones, los mastico directamente”. Aggg, no lo soporto.
9.- Roberto Benigni: Este espagueti pigmeo estuvo bastante de moda con aquella chorrada que todo el mundo adora: “La vida es bella”. Una historia tramposa y más falsa que un euro con la cara de Popeye. No hacía más que el gamba, como siempre, pero como había un crío entre tanta maldad, a la gente se le enterneció el corazón con semejante panfleto propagandístico. Ya al recoger el Oscar demostró seguir siendo el mismo gamba que es cuando interpreta, perdón, que no interpreta. Roberto Benigni es Roberto Benigni haciendo de Roberto Benigni. Nos quiso vender la misma moto pintada de otro color en “El tigre y la nieve”, menos mal que aquí la gente prefirió irse en autobús.
8.- Tom Green: Este impresentable se hizo famoso como cómico en la (modo ironía) inteligentísima cadena MTV. Gracias a esto alcanzó cierta popularidad y apareció en aquella mier... película titulada “Viaje de pirados”, donde hacia de pirao, papel que no le costó mucho interpretar porque para mí que hacia de himself. Luego él mismo escribió, produjo y protagonizó una bazofia titulada “Freddy el colgao”, como veis títulos que definen su simpleza como espécimen humano. Con esta peli creo recordar que consiguió cuatro o cinco Razzies (premios antioscar). Luego se casó con Drew Barrymoore –otra que igual baila- y lo enchufó en aquel otro peliculón que fue “Los Ángeles de Charlie”, otra vez hacía el gilipollas con mucha soltura, y es que la veteranía es un grado.
7- Adam Sandler: Éste ya os suena más. Como otros tantos cómicos americanos, se hizo famoso tras su etapa de monologuista; como si aquí en España los que salen en Paramount Comedy, delante de un muro de cartón piedra, se creyeran actores. Se labra su carrera protagonizando dudosas comediasque –por lo menos a mí- no hacen ni una pizca de gracia. Intenta explorar su faceta más profunda como actor alternando comedias menos absurdas y románticas, como por ejemplo “50 primeras citas” o “Un papá genial”, donde no sale de su encasillamiento de eterno adolescente tipo desastre, que creerá que enternece a las féminas despertándoles su instinto maternal, consiguiendo despertar solamente arcadas en mi persona cuando veo que se anuncia otra “comedia” suya.
6.- Matthew Maconagiu: He de admitir que semejante individuo sólo despertaba en mí indiferencia antes de 2005. ¿Qué pasó ese año? Que se estrenó “Sahara”, adaptación de una de mis novelas favoritas. Y el tipo éste interpretó a uno de los personajes más interesantes de la literatura de aventuras, que podría haberle echado la pata al mismísimo Indiana Jones. La imagen que tenía yo en mi mente del intrépido Dirk Pitt no podría haber estado más en las antípodas del fanfarrón rubiales éste. Desde entonces ya me cayó gordo, y posteriormente, aparte de no haber hecho una película digna de mención, se prodiga más en las revistas del corazón, enseñando la tableta de chocolate que actuando. ¿Envidia por que esté buenorro?, para nada, el 99% de los tíos están más buenos que yo, y no voy dedicándoles listas chorras.
5.- Jim Carrey: De éste poco puedo contar que no sepáis. Y es que dentro de los payasos cinematográficos, es el más reconocido. Una vez vio una película de Jerry Lewis, y delante del espejo pensó “yo también me puedo ganar la vida haciendo el imbécil” y vaya si lo consiguió. En la mayoría de sus películas se limitan a cambiar los escenarios, yo creo que no lee ni el guión, el director lo pone en su marca y le dice “Imagina que un cangrejo se te ha enganchado en un huevo”. Y ya cuando interpreta papeles dramáticos, da más risa aun. Qué sí, que me diréis que ha hecho alguna película que está bien, pero no tanto para redimirlo ante mí, qué queréis, soy exigente. Aunque sí estuvo bien en una ahora que me acuerdo. Aparecía haciendo de yonqui en “La lista negra”, moría por sobredosis, que feliz me hizo ese momento.
4.- Ben Stiller: Esto se pone interesante. Y es que de este elemento tendría para una sola entrada. Es verlo y venirme a la mente esa escena de “Algo pasa con Mary” donde se la cascaba antes de abastecer de gomina a la susodicha del título. Con él me ocurre lo mismo que con quien encabeza esta lista, Gary Busey, me da mucha grima. No me explico cómo las co-protagonistas le besan sin cláusula en el contrato, o algo de eso, para que luego le hagan una limpieza bucal y un lavado de estómago. Es de los que abundan en esta lista que se hicieron actores posteriormente de haber triunfado como cómicos. Tampoco consigo entender cómo con ese tipo hurón con chepa que tiene, y esa cara de pajillero consigue que lo soliciten en grandes producciones para que pase noches en el museo, ser yerno de Robert De Niro e hijo de Dustin Hoffman. Supongo que estar medio chepao le trae suerte, por que éste si que con los papeles dramáticos ni lo intenta. Sinceramente, creo que realiza el método Estanislavski a la perfección, hace una regresión a cualquier día de su vida, y le sale perfectamente el papel de boniato.
3.- Will Ferrell: Nicole Kidman se estaría retorciendo en su tumba, si no estuviese viva aún,al recordar que protagonizó junto a éste “Embrujada”.Y si ya se hizo famoso a través del pretencioso programa “Saturday Night Live”, como la mayoría de sus compañeros, haciendo humor preadolescente que abochornaría al mismismo director de “El regador regado” por su simpleza, podéis haceros una idea de su filmografía, donde el papel más inteligente que ha encarnado es “Elf”. Cuando lo veo en la pantalla me pregunto cómo ha llegado ahí y a ganar millones. Hace menos gracia que la declaración de la renta, y si por algo debiera pasar a la posteridad sería por personificar a la perfección la vergüenza ajena.
2.- Owen Wilson: Bueno, aquí ya es pa mear y no echar gota. Porque aparte de no soportarlo en el cine, se suma lo de la grima, vamos, un cóctel explosivo. También se ha hecho famoso por hacer de descerebrado, pero lo peor de todo es que vaya de guapo, y todo ¡¡¡ porque es rubio!!! La primera vez que lo vi pensé que esa nariz era postiza, y ahora, cada vez que lo vuelvo a ver, lo único que pienso es que esa nariz es postiza. ¿soy el único que se ha fijado en su nariz? Es que a veces me da esa impresión, cuando aparece en pantalla, los que me rodean no comentan nada, y yo solo quiero gritar ¡¡¿es qué no veis su nariz?!! En 2006 intentó suicidarse cortándose las venas, no seré cruel, tranquilos, no deseo la muerte a nadie. Pero hubiese sido un buen punto de inflexión para plantearse el dejar su carrera, igual con un poco de suerte, Ben Stiller, por solidaridad hacia su amigo, también la hubiera podido abandonar.
1.- Ben Affleck: Para los más allegados a mí no será ninguna sorpresa que en el número uno de este ranking aparezca este petulante ser. Más de una vez me he propuesto crear una plataforma anti Ben Affleck para ver si de una vez deja de aparecer en películas, y como habréis leído, he dicho “aparecer en películas”, porque no ha actuado en su vida. Se limita a pasearse por la pantalla, procurando no tropezar con la cámara, pensando “que guapo soy”. Lo que más me duele es que haya sido nominado alguna vez tanto al Oscar como al Globo de oro, consiguiéndolo incluso en una ocasión, lo que resta toda credibilidad a dichos premios. También ha conseguido varios Razzies, seguramente más merecidos que los anteriores. Cuando se encuentra “interpretando” alguna escena dramática, me recuerda a mi sobrina cuando ha hecho alguna trastada y no quiere admitirlo haciendo pucheros: “que yo no he sido, snif, snif”. Un gran misterio que este sujeto siga haciendo películas. Hay buenos actores que se retiran, como Daniel Day Lewis, para hacer zapatos; ¿por qué no se retira Ben Affleck paraa hacer puñetas?
Odio, perdón, no soporto a muchos más, pero tampoco es plan de crear una imagen de mí ante los demás de una especie de Mr Scrooge que se subiría con un rifle a un campanario de Hollywood.
Podéis añadir a la lista aquellos a los que tampoco soportáis, así tendré algo que alegar frente al juez...
Hace poco, un amigo me comentaba cómo admiraba a su cuñado: “El tío no veas como lee, empalma un libro con otro” exclamaba orgulloso de su pariente político. A mí me llamó la atención que el hecho, tan cotidiano para mí, de empezar un libro nada más acabar otro fuese una cualidad digna de elogios por parte de quien no la realiza. Yo siempre estoy leyendo, ya para mí es como un vicio del que no puedo pasar, así que le respondí que no lo veía tan loable, después de todo, yo repito la operación desde los doce años, y daba por sentado que todo aficionado a la lectura seguía tal ceremonia. Pero lo que me llamó más la atención fue que al comunicarle que yo también tenía esa costumbre, no quedará tan impresionado, no sé si por que le caí el mito de su hermano político, o por que no me creyó, después de todo pienso que mis amigos saben muy poco sobre mí.
Debido a mi vicio, que nadie hubiese imaginado que tenía, siempre ando ávido a la búsqueda de alguna obra interesante, y adonde quiera que vaya, estoy “abierto de orejas” por si oigo hablar de algún título destacable.
Fue en un curso sobre géneros periodísticos, que impartía el gran periodista José Ángel Bermejo, donde él precisamente, me habló de la que está considerada como la mejor novela que se ha escrito sobre la guerra civil española. “A sangre y fuego”, de Manuel Chaves Nogales, que escribió desde su exilio parisino.
Este recopilatorio de historias reales, acaecidos durante esa etapa fraticida que fue nuestra guerra, está precedido por un prólogo, del propio autor, digno de ser publicado como obra independiente por su exquisitez.
Este “camarada director” del diario republicano de mayor tirada, se autodenominaba como “hombre de izquierda pequeñoburgués, antifascista y antirrevolucionario por temperamento, fiel a la república parlamentaria”. Y precisamente por esta audenominación es por lo que se demuestra el buen hacer de Chaves al crear esta obra, y es que si hubiese que describirla con una sola palabra, ésta sería objetividad.
Nunca he visto una obra escrita por un hombre de izquierdas que sea tan sincero a la hora de hablar de la izquierda. Demostrándonos que en la guerra no hay buenos y malos, simplemente hay hombres en ambos bandos, hombres con sus virtudes y defectos que no entienden de ideología, sólo de instinto de supervivencia con una única máxima “mejor tú que yo”.
Nogales no se identifica ni con las fuerzas de Franco ni con el terror rojo, él sólo defiende que ninguna bala es buena, y desde una objetividad abrumadora, narra historias ocurridas durante la contienda sin querer influenciar el resultado final de la guerra. Se limita a ser testigo de lo bajo que puede caer el ser humano en situaciones limites. Y de la tristeza y el desasosiego que siente al ver un país desgranado por intereses y miedos.
Libro duro y revelador, que nos da una visión renovada de aquella época difícil de nuestra historia, que debiéramos recordar una y otra vez, simplemente por aquello de no condenarnos a volverlo a repetir.
Este mes me gustaría poder hablaros de la magnífica cinta sueca sobre vampiros, totalmente atípica, “Déjame entrar”. Una película que los críticos ponen por la nubes en cuanto a su calidad tanto artística como técnica. También me gustaría hacer una reseña de “La sal de este mar”, un film precedido por sus premios en festivales tan prestigiosos como Cannes y San Sebastián, que va a caballo entre el drama y el documental, tratando de un modo diferente el conflicto palestino- israelí.
Otro título interesante que me gustaría comentar es la polémica “El niño pez”, provocando en algunos festivales que la gente indignada abandonara la sala, o que los que se quedaban se dejaran las manos aplaudiéndola. Tampoco quisiera dejar en el tintero “Liverpool”, un drama argentino rodado en paisajes de inmensa belleza como es Tierra de fuego, colmada de premios internacionales, tanto por la belleza de la historia como por como está retratada. Incluso me encantaría comentaros la poesía de la producción francesa “El vuelo del globo rojo”. Pero tranquilos, no nos vamos a quedar sin sitio para hablar de tanto título interesante. No lo vamos a hacer por el simplehecho de que no he visto ninguna de ellas. Y es que en toda la provincia de Cádiz ni siquiera se han estrenado, en Sevilla creo que hay una o dos en alguna sala.
Dicen que el cine es el séptimo arte, yo lo catalogo más como el tercer negocio. ¿Cómo sino explicar que nos priven de tan buenos trabajos?, no solo a los que huimos de lo comercial, sino a todos en general. Muy sencillo, esas cintas no llenan salas y no dan dinero. Ahora es cuando hay que preguntarse por qué no dan dinero, y ahí es donde entra esa frase tan manida de “es la pescadilla que se muerde la cola”; ¿no vemos esa clase de cine porque no lo ponen a nuestro alcance?, o ¿no lo ponen a nuestro alcance porque no vemos ese cine? Si de verdad lo denominan arte, deberían brindarnos la posibilidad de ir o no a verlas, ¿acaso quitan de las paredes de El Prado los cuadros que la gente mira menos?
Hay que reconocer que estas producciones minoritarias están hechas con muy bajo presupuesto, y que el número de copias es ínfimo comparado con el del cine americano que nos bombardea congigantescas campañas publicitarias sin cesar, cosa que no hacen, o no pueden permitirse las productoras de este “cine menor”.
Los que no vivimos en grandes capitales como Madrid o Barcelona, tenemos muy limitado el acceso a la cultura en general. El cine es la clase de arte más accesible al ciudadano, ¿por qué no reservar una sala de esos mastodónticos multicines para este tipo de producciones? ¿Tantas perdidas les ocasionaría?
Ahora es cuando entra la controversia de la piratería. Si en mi ciudad no se estrenan estos títulos de calidad; títulos que hablan de historias sencillas; en los que no aparecen estrellas hollywoodienses como reclamo; títulos comprometidos sociológica o políticamente; películas que nos acercan otras culturas y sociedades que de otra forma no podríamos conocer, ¿está mal que me las baje “ilegalmente” por internet, y luego hable bien de esos títulos y les haga publicidad? Estamos hablando de películas que en el mercado del DVD pasarán tan desapercibidas como en las salas. Los que vivimos en el culo del mundo, (según ellos) no tenemos derecho a disfrutar de títulos maravillosos que harían ruborizar de vergüenza al realizador más prestigioso de Hollywood; obras de autoques que siguen utilizando el cine como herramienta para transmitirnos sentimientos, hechos, conocimientos, y cómo no, sabiduría, por que toda buena película lo es cuando nos hace pensar.
Cuando tengo algo que decir sobre cine lo digo en "La linterna magica". Cuando tengo algo que decir sobre música lo hago en "La tropa". Pero en cuanto a otros temas, me queda tanto por decir... De esos, hablaré aquí.