Este mes me gustaría poder hablaros de la magnífica cinta sueca sobre vampiros, totalmente atípica, “Déjame entrar”. Una película que los críticos ponen por la nubes en cuanto a su calidad tanto artística como técnica. También me gustaría hacer una reseña de “La sal de este mar”, un film precedido por sus premios en festivales tan prestigiosos como Cannes y San Sebastián, que va a caballo entre el drama y el documental, tratando de un modo diferente el conflicto palestino- israelí.
Otro título interesante que me gustaría comentar es la polémica “El niño pez”, provocando en algunos festivales que la gente indignada abandonara la sala, o que los que se quedaban se dejaran las manos aplaudiéndola. Tampoco quisiera dejar en el tintero “Liverpool”, un drama argentino rodado en paisajes de inmensa belleza como es Tierra de fuego, colmada de premios internacionales, tanto por la belleza de la historia como por como está retratada. Incluso me encantaría comentaros la poesía de la producción francesa “El vuelo del globo rojo”. Pero tranquilos, no nos vamos a quedar sin sitio para hablar de tanto título interesante. No lo vamos a hacer por el simple hecho de que no he visto ninguna de ellas. Y es que en toda la provincia de Cádiz ni siquiera se han estrenado, en Sevilla creo que hay una o dos en alguna sala.
Dicen que el cine es el séptimo arte, yo lo catalogo más como el tercer negocio. ¿Cómo sino explicar que nos priven de tan buenos trabajos?, no solo a los que huimos de lo comercial, sino a todos en general. Muy sencillo, esas cintas no llenan salas y no dan dinero. Ahora es cuando hay que preguntarse por qué no dan dinero, y ahí es donde entra esa frase tan manida de “es la pescadilla que se muerde la cola”; ¿no vemos esa clase de cine porque no lo ponen a nuestro alcance?, o ¿no lo ponen a nuestro alcance porque no vemos ese cine? Si de verdad lo denominan arte, deberían brindarnos la posibilidad de ir o no a verlas, ¿acaso quitan de las paredes de El Prado los cuadros que la gente mira menos?
Hay que reconocer que estas producciones minoritarias están hechas con muy bajo presupuesto, y que el número de copias es ínfimo comparado con el del cine americano que nos bombardea con gigantescas campañas publicitarias sin cesar, cosa que no hacen, o no pueden permitirse las productoras de este “cine menor”.
Los que no vivimos en grandes capitales como Madrid o Barcelona, tenemos muy limitado el acceso a la cultura en general. El cine es la clase de arte más accesible al ciudadano, ¿por qué no reservar una sala de esos mastodónticos multicines para este tipo de producciones? ¿Tantas perdidas les ocasionaría?
Ahora es cuando entra la controversia de la piratería. Si en mi ciudad no se estrenan estos títulos de calidad; títulos que hablan de historias sencillas; en los que no aparecen estrellas hollywoodienses como reclamo; títulos comprometidos sociológica o políticamente; películas que nos acercan otras culturas y sociedades que de otra forma no podríamos conocer, ¿está mal que me las baje “ilegalmente” por internet, y luego hable bien de esos títulos y les haga publicidad? Estamos hablando de películas que en el mercado del DVD pasarán tan desapercibidas como en las salas. Los que vivimos en el culo del mundo, (según ellos) no tenemos derecho a disfrutar de títulos maravillosos que harían ruborizar de vergüenza al realizador más prestigioso de Hollywood; obras de autoques que siguen utilizando el cine como herramienta para transmitirnos sentimientos, hechos, conocimientos, y cómo no, sabiduría, por que toda buena película lo es cuando nos hace pensar.
ya veo que tienes muchas cosas que contar... tanto, que has empezado hablando de cine ;)
ResponderEliminarOs estaba poniendo a prueba, y has sido el más rápido en hacer la observación, o lo peor aun, el único que ha entrao.
ResponderEliminarcomo en la radio, no sólo la escucha el que llama...
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