viernes, 2 de octubre de 2009

Me gustó más el libro

Hoy en día se habla mucho de la crisis de ideas que inunda Hollywood. Apenas existen producciones con guión original. La mayoría son secuelas, remakes y adaptaciones literarias. Que el cine actual en el 90% de su producción dan arcadas es cierto; pero que, posiblemente, esa máxima de “cualquier tiempo pasado fue mejor” no tiene porque ser del todo cierta.

Desconfío de la literatura: de un buen libro no sale necesariamente una buena película.” Así sentenciaba Alfred Hitchcock las adaptaciones literarias al cine. Irónicamente toda su obra está basada, bien en novelas, bien en obras de teatro. La traslación a la pantalla de obras literarias ha existido desde que se inventó el cine; historias decimonónicas han sido una gran fuente de adaptaciones a lo largo de la corta vida -o larga según se mire- de las imágenes en movimiento.

Sé que no estoy contando nada nuevo, pero adonde quiero llegar con toda esta parrafada, es a esa desconfianza que existe cuando se habla de una nueva adaptación de tal o cual novela. Y como bien se dice se trata de una adaptación, no la fiel reproducción de la obra original sobre el lienzo en blanco que es la pantalla.

Cine y Literatura son dos artes que van de la mano. Ver una película o leer un libro se hace muy personal; parafraseando a Daniel Sempere -protagonista de “La sombra del viento”- un libro es como un espejo, donde podemos ver nuestro interior a medida que nos introducimos en él, lo mismo se puede aplicar a una película. Pero claro, aunque ambos tengan el mismo fin, sus sendas son muy diferentes. Utilizan distintos lenguajes. Mientras que el cine nos debe decir mucho con unos pocos planos, la literatura debe llegar a nuestro interior a base de páginas repletas de palabras, conjugándolas de tal forma, que esos vocablos nos digan mucho más que su significado, llegando a ese nuestro interior que debe reflejar. En el cine vemos en una sola imagen como es el escenario que envuelve a los personajes; la literatura no debe centrarse en ese entorno, debe decirnos cómo es cada recoveco, y qué siente cada personaje al observar cada elemento.

Porque no sólo el cine se nutre de la literatura, ambos forman una simbiosis, donde esta última se ha enriquecido por la influencia de los modos de mirar y por la estructura del cine.

Quien se sienta ofendido ante la “mala” adaptación que se ha realizado de una novela de su devoción, tiene que tener en cuenta que el adaptador de la obra ha de pulverizar el original. Con esos trozos tendrá que componer de nuevo el puzzle, pero esta vez le faltarán piezas; tendrá que rellenar huecos con nuevos elementos; tendrá que darle la vuelta; buscar pegamento e ir cubriendo los vacíos con sus pedazos y ubicarlos en nuevos espacios. Todo ello con tal habilidad que cuando haya concluido su labor, con un solo vistazo, nos debe recordar el dibujo que aparecía en la tapa de la caja originalmente. Siempre hay excepciones, a modo de ejemplo, citaré las tres adaptaciones que ha sufrido una extraordinaria novela como es “Soy Leyenda” (de Richard Matheson). Simplemente esas adaptaciones no se podrían ceñir a lo anterior, por que es precisamente el mensaje final, la propia esencia del original lo que se pierde en su paso al celuloide, ahí es cuando tendremos la certeza de que se ha realizado una mala adaptación.

Raymond Chandler – escritor, guionista y creador del gran detective Philip Marlowe- alegaba que si el 90 por ciento de las películas no vale la pena verlas, el 90 por ciento de los libros en los que se basan tampoco vale la pena leerlos. Así que puede que ese sea el problema, y tendamos a vanagloriar a la novela mientras lapidamos su versión fílmica mientras nos vemos enredados en la conversación que entablaban esos ratones que están zampándose una cinta de celuloide y uno le pregunta al otro, “¿te gusta?, y éste responde: “sí, pero me gustó más el libro.”



2 comentarios:

  1. Felicidades Juanje por este artículo. Me recuerda a alguna conversación que hemos tenido sobre este tema, estoy de acuerdo contigo, la literatura y el cine son dos lenguajes dintintos pero que pueden perfectamente ir de la mano. Eres muy claro, muy preciso en lo que expones, y haces que la lectura se haga amena. Sigue así. Un beso
    Silvia

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  2. Gracias Sil. Me alegra que me digas eso, ya que este es el artículo de este mes para el periódico, y me daba miedo resultar pedante. Un beso y gracias por leerme ;o)

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